Ya desde el título, Sida mental anuncia su contenido: un impacto constante, una lectura dura, un descenso a los infiernos que no ahorra al lector ninguna referencia, ningún matiz que suavice la dureza de lo que sus páginas cuentan.
La novela de Lionel Tran (Ed. Periférica) sigue la estela de libros que son ya clásicos de la literatura contemporánea: el desencanto rabioso de Bret Easton Ellis, el estilo telegráfico de Chuck Palahniuk o la ironía de Céline podrían ser citados como referencias para este libro que recuerda mucho a El corazón es mentiroso, la también durísima (y falsa) novela de infancia del ficticio J. T. Leroy, pero que no recurre a circunstancias especialmente extraordinarias. Aquí no hay prostitución ni crímenes ni malos tratos, y quizás por ello el relato resulta tan impactante: la narración autobiográfica de un niño que vive con su madre en la banlieu de Lyon tiene el horror de lo cotidiano, de los monstruos engendrados día a día en el seno de una sociedad que se cree avanzada, moderna y libre de antiguos demonios.
El narrador de la novela cuenta de manera fragmentaria determinados episodios de su infancia y adolescencia. Hay sordidez, dolor y verdad en el modo en que narra su descubrimiento del sexo (siempre doloroso y casi sanguinolento) y su fascinación por la violencia, que le convierte en uno de esos chicos que odian el mundo y que de vez en cuando protagonizan telediarios. La búsqueda de lo desagradable, de lo escalofriante, es totalmente deliberada, y son estos los únicos episodios en los que el narrador parece deleitarse contando sucesos que el lector recibe como un golpe directo en las tripas. En este tremendismo, en esta violencia palpitante, en este nihilismo desesperado es, precisamente, donde radica la originalidad de la propuesta estética de Lionel Tran y su mayor valor. Podrá argumentarse que lo que él cuenta ya ha sido narrado mil veces, y de forma similar. Sin embargo, en un momento en el que Europa se cuestiona su identidad y en el que las promesas utópicas del pasado han desembocado en un presente conflictivo, caótico y amenazante, Sida mental constituye un excelente ejercicio de reflexión y una apuesta radical por un tipo de literatura que hoy es más necesaria que nunca. Su prosa fragmentaria está excelentemente trabada y bien escrita. El tema es duro, el libro es difícil, pero el escritor que hay detrás es inmenso.
Carlos Primo
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